¿Qué es el hígado graso?
- Por Jose Luis Lopez Quesada
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- 07 jul, 2020
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Descubre esta alteración hepática diagnosticable con ecografía

El Hígado Graso es una de las enfermedades hepáticas más comunes entre la población, sobre todo en aquellos pacientes consumidores habituales de alcohol. Los signos más frecuentes que puede observar el paciente son debilidad, pérdida de apetito, naúseas, color amarillo en la piel, picazón, hinchazón en piernas y abdomen, sangrado...
Para obtener un correcto diagnóstico, es necesario que el paciente se someta a una analítica y a una ecografía diagnóstica médica de abdomen a la que puede acceder en nuestras clínicas de Alcalá de Henares y Fuenlabrada, puesto que contamos con los profesionales y maquinaria necesaria para su realización.
¿Qué es?
El hígado graso (con o sin fibrosis) se denomina enfermedad grasa del hígado no alcohólica (EHGNA) y es una patología que engloba múltiples afecciones hepáticas que afectan a las personas que beben muy poco o nada de alcohol. Su principal característica es una gran acumulación de grasa en las células del hígado. La EHGNA, normalmente, se presenta en grado 1 o 2, por lo que no suele revestir complicaciones, ni avanzar a estadios más graves ni causar síntomas. Sin embargo, un pequeño porcentaje de afectados puede padecer una afección más grave, la llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). En estos casos, la acumulación de grasa se relaciona con una inflamación más elevada de las células hepáticas y diferentes grados de fibrosis, lo que puede derivar en cirrosis. Algunos pacientes que la tienen podrían terminar requiriendo un trasplante de hígado. Esta enfermedad también se produce en otros pacientes, pero por causa directa del consumo de alcohol.
¿Cuáles son sus causas?
Aunque se desconoce la razón exacta por la que algunas personas acumulan grasa en el hígado y otras no, y existe además una comprensión limitada del motivo por el que algunos hígados grasos desarrollan inflamación que puede llegar a progresar hasta la cirrosis, se sabe que tanto el EHGNA como la esteatosis hepática no alcohólica están relacionados con diversos factores de riesgo. Entre ellos: sobrepeso, obesidad, resistencia a la insulina, tener un nivel elevado de glucemia (hiperglicemia) que indica prediabetes o diabetes tipo 2 o poseer niveles altos de grasas en la sangre, en particular los triglicéridos. Asimismo, las personas con concentraciones anormalmente elevadas de colesterol (tanto el total, como el LDL o el HDL), con síndrome metabólico (o una o más características del mismo), también tienen más riesgo de padecer la enfermedad. Sucede, también, en aquellas con circunferencia grande de la cintura o presión arterial alta. Algunas investigaciones científicas han apuntado, además, la posibilidad de que algunos genes pueden estar implicados en su desarrollo. Se debe tener en cuenta también que otras patologías, como el síndrome de ovario poliquístico, la apnea del sueño, el hipotiroidismo o el hipopituitarismo, pueden elevar las probabilidades de sufrir hígado graso.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Desafortunadamente, generalmente no presenta síntomas. Y cuando lo hace se presentan en forma de: agrandamiento del hígado, fatiga, malestar general, cansancio, pesadez, dolor en la zona superior derecha del abdomen. Además, los posibles signos de la esteatosis hepática son hinchazón abdominal, vasos sanguíneos dilatados justo debajo de la superficie de la piel o bazo dilatado, agrandamiento del pecho en los hombres, palmas de las manos enrojecidas y color amarillento de la piel o de los ojos.
¿Cómo se diagnostica?
Por lo general, la sospecha inicial de EHGNA suele proceder en pacientes con sobrepeso o con obesidad con resultados ligeramente elevados en los exámenes hepáticos realizados durante cualquier análisis habitual de sangre. La ecografía suele ser la primera prueba de imagen a prescribir, pero si con ella no se puede observar bien el hígado, se puede recomendar un TAC o una RM. No obstante, la única prueba determinante de la enfermedad es la biopsia hepática. Asimismo, el fibroscan o elastografía hepática permiten estimar el grado de fibrosis.
¿Cuál es el tratamiento?
La primera línea del tratamiento es, generalmente, perder peso a través de una combinación de una dieta saludable y ejercicio. Asimismo, se debe evitar el consumo de cualquier medicamento que predisponga a la enfermedad, controlar la diabetes y reducir los niveles de colesterol y triglicéridos. En los casos de hígado graso alcohólico, la suspensión total de la bebida es la pauta inicial. La vitamina E y las tiazolidinedionas (como rosiglitazona o pioglitazona, que se utilizan para tratar la diabetes) pueden ser de alguna ayuda en el tratamiento del hígado graso que no está causado por el consumo de alcohol. Es posible, además, que el especialista indique la vacuna de la hepatitis A y B para ayudar a proteger el hígado de los afectados. Para aquellos que ya han desarrollado cirrosis debido a la esteatosis hepática no alcohólica, el trasplante del hígado es una opción terapéutica, con buenos resultados.
Pautas dietéticas
La composición de la dieta afecta a la acumulación de grasa y la inflamación hepática. Por lo tanto, se debe realizar un control de calorías que favorezca la pérdida de peso. Es fundamental aumentar el consumo de fibra, reducir los azúcares simples y las grasas saturadas, aumentar los ácidos grasos omega 3, utilizar con moderación aceite de oliva virgen y suprimir cualquier tipo de bebida alcohólica. Se debe prescindir de cualquier alimento azucarado, de la leche de vaca y, por el contrario, aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de alimentos ricos en vitamina A, C, E y selenio como, por ejemplo, pescados azules, tomate, espinacas, brócoli, pimientos, nueces, aguacate. Además, es necesario mantener una buena hidratación y practicar ejercicio físico.
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En ECOBODY siempre respetaremos todos los trabajos que cualquier tipo de persona pueda desarrollar. Pero de ahí a permitir que se oculte información o que se maquille algo para parecer una cosa que no se es hay todo un trecho. Y es que nosotros defendemos toda profesión sanitaria, los conocimientos que se adquieren antes de conseguir un título y, como no podía ser de otra manera, toda la formación práctica que el profesional debe adquirir antes de tener en posesión el mencionado título. Por eso, que no te engañen y ponte siempre en manos de profesionales, vela por tus derechos como paciente y cuida tu salud con los verdaderos profesionales: los profesionales sanitarios.
ESTENOSIS DE CANAL: CERVICAL, DORSAL O LUMBAR
Las estenosis de canal pueden darse a cualquier nivel de la columna vertebral, siendo las más frecuentes en la columna cervical y lumbar al ser las dos regiones que más sufren a lo largo de la vida de las personas. Así, la estenosis en la zona cervical suele venir acompañada de parestesias en uno o ambos miembros superiores, mareos y dolores de cabeza. Por otro lado, en la zona lumbar viene acompañado de parestesias en uno o ambos miembros inferiores, adormecimientos de los dedos del pie o hasta incapacidad para correr o hasta incluso andar.
SOLUCIÓN A LA ESTENOSIS: FISIOTERAPIA, NATACIÓN, PILATES O INTERVENCIÓN
Dependiendo del grado de estenosis, la cual siempre debe evaluarse mediante la realización de una Resonancia Magnética Nuclear para la evalución en plano sagital del canal medular. Una vez diagnosticado, el paciente debe decidir entre un tratamiento conservador o acceder directamente a la intervención quirúrgica previa visita al neurocirujano especialista, que será el encargado de recomendarle o no la opción. Para tratamientos conservadores, la fisioterapia ejerce un papel fundamental puesto que ayudará al paciente a conservar en buen estado la musculatura y, mediante pilates y ejercicio terapeútico, ayudará a fortalece la musculatura evitando procesos de dolor y facilitando cualquier tipo de movimiento que se pueda realizar. En este sentido, la natación siempre es aconsejable puesto que ayuda a ejercitar y fortalecer también la musculatura de la columna vertebral, en especial la de la columna dorsal y lumbar.